25/4/05

El sorbo de alegría

Alí se bebió, de un sorbo, la alegría…

Rosario Castellanos

- Leo un texto luego entonces tomo un trago, luego entonces, tomo un trago y leo un texto – La voz de Dionisio Morales abre el recorrido por las palabras del Maestro Chumacero, un recorrido que Alí hizo con sus letras, mucho tiempo antes que esta tarde. La palabra se torna una elegía que va de lo irreverente a lo serio, buscando en las palabras dejar huella de los perfectos atributos y de las palabras que sobre Alí se dicen, como el momento en que Morales declara la obra de Alí como – pornográfica, a veces.

- Con sólo tres libros Alí Chumacero ha escrito la obra poética perfecta- Morales no deja de hacerle notar al público la gran trayectoria del poeta, quien con un traje azul metálico, una corbata gris y una cabeza blanca observa la mesa buscando, quizá, un poco de los recuerdos, un detalle que regalarle a los presentes.

En la mesa el maestro se frota nervioso las manos, parece que ni siquiera haber compartido las letras con muchos grandes de la literatura mexicana le ha dado la certeza de la admiración, que los presentes, sienten por el. – Alí Chumacero pertenece a esta estirpe – Dionisio Morales ubica a Chumacero entre todos aquellos, que como Rimbaud y López Velarde, llegaron a la obra cumbre en su juventud. Con palabras sentidas defiende el lugar que el Maestro tiene en las letras, no por la proliferación, únicamente por su calidad poética. – Sueños, imágenes, palabras – Morales declara que estas palabras no son una definición de Chumacero, pero deja claro que para sus adentros, esas palabras, en ese orden específico, son una aproximación a la poesía del gran maestro. Alí extiende la mano y aprieta el brazo de Dionisio Morales en agradecimiento, con una mano firme y una sonrisa, agradece la elegía que el hombre a su izquierda, le ha elevado.

– Porque la manera de usar el lenguaje es también la manera de ver el mundo, la manera de vivir – ahora es el turno de Ricardo Yañez, quien toma el micrófono para dejar en su discurso las huellas que Chumacero dejo en su corazón de lector. Alí se toma con el pulgar la barbilla y levanta orgulloso la cabeza para observar a la concurrencia. La gente no deja de llegar al salón 11 del Festival de la Palabra, muchos llegan sonriendo, orgullosos de estar presentes en el mismo lugar donde el Maestro dará un recital.

Un hombre, que ha llegado tarde, deja a su mujer y niña para buscar uno de los pocos asientos individuales que quedan al frente. Ricardo Yañez continúa haciendo un mapa geográfico de los pensamientos de Alí, quien a momentos levanta un poco las cejas como recordando algo que solo las palabras traen consigo – Hacen de Alí no solo un arquitecto de la palabra, sino un escultor. Yañez recuerda una frase de Chumacero a la pregunta ¿por qué no ha escrito más poesía? Ricardo, en sus palabras, evoca la frase de Alí – Por que ya he dicho todo lo que tenía que decir.

Cuando Yañez concluye, el maestro escribe en una hoja de papel y aclara la garganta, su mirada nos observa mientras agradece al Festival de la Palabra.

– Permanecemos asombrados, equidistantes de la razón y la imaginación pero seguros de haber elegido el oficio que mejor se aviene a nuestra idea de la concordancia, entre la vida y la poesía. La voz del poeta no deja lugar al silencio – Desde la juventud la magia de la poesía nos persigue, nos acosa – Alí habla para cada uno, con una hoja en sus manos evoca y presenta a los espectadores su visión, una invitación a la lengua castellana. – Vocación y actitud reunidas son condiciones inevitables para que esa incipiente pretensión de escribir poesía defina nuestra aventura por la vida, a eso aspiramos – la gente sonríe ante la lección del escritor, quien sigue con un discurso que tiene mucho más el tinte de ser una ventana a su vida personal, que una excursión por el ensayo.

Yo no soy más que un creyente en la palabra, convencido de que el juego de la emoción hace visible algo de lo invisible que todos custodiamos, muy dentro del alma - Chumacero mira fijamente a los escuchas, no quita el dedo del renglón y vuelve a su hogar - la poesía conforta y enriquece, en un ámbito superior, nuestras posibilidades de existencia.

El poeta habla de poetas, con sus palabras recorre el compromiso de lo que considera camino – la poesía desvanece la amenaza de lo efímero – mientras estas palabras suenan en el audio, un hombre de lentes y cabello largo asiente, agradece con su sonrisa la palabra de Alí Chumacero, quizá esas frases sean lo que lo lleven a seguir buscando un espacio personal en la poesía.

- Cae la rosa, cae atravesando el agua, lenta por el cristal de sombra – la poesía ha encontrado su lugar entre los presentes, tanto Dionisio Morales, como Ricardo Yañez, voltean a ver admirados las palabras que Chumacero deja escapar – en una luz se rompa los orígenes de su sueño. El hombre que llegó tarde repite las palabras de Alí, se acaricia una barba que deja clara su edad, las canas que ni a el, ni al maestro Chumacero alejan de la poesía.

- Antes que luz, y sombra, y montaña – Alí repite con su mano izquierda el verso de su voz, un hombre vestido de traje graba con su teléfono celular la voz, manda un mensaje, quizá presume a algún amigo el envidiable espectáculo que pudo presenciar. Al terminar el segundo poema las palmas por fin arriban al salón, todos agradecen los destellos de insuperable poesía.

El maestro tiene un ligero trastabilleo, sonríe a los presentes que perdonan cualquier cosa mientras el recital continúe, mientras las palabras los sigan transportando a los lugares maravillosos que Alí ha construido, para el bien de los lectores.

- Puedo seguir ¡eh! – el maestro bromea y la sonrisa hace una brecha el rostro de todos los que segundos antes estaban ensimismados, rebuscándose en la voz de un Alí que no escatima su talento. Un sí tácito abre las compuertas para que las letras sigan tomando para sí el salón. Las palabras van de lo tenue a lo iracundo, sonrisas intermedias, la mano que no deja de llevar el ritmo del verso, del hogar que Chumacero habita sin silencios, entre comas que se agolpan, y dejan clara que hay verdadera sangre caliente en estas poesías.

– Yo creo que ya – le dice a Dionisio Morales, y rebelde lee uno que parece de sus preferidos, el recital sigue haciendo soñar a los presentes, algunos se retiran discretos por que las ocho de la noche se concretan en los relojes, los que se quedan buscan más, desean que esto continúe, por toda la noche.

El poeta dice – ya, ya,- las risas y los aplausos estallan, parece que dejará un último recuerdo a sus admiradores – semejan voces de mujer, que confunden el gozo con la reproducción. Todavía hay un último “ya” que sale de la boca de Chumacero, la representante del Festival toma el micrófono y agradece la presencia mientras pide más apoyo para el evento, la gente comienza a dejar sus asientos.

El maestro feliz toma sus hojas, espera a que sus compañeros se levanten, y guardando su pluma da por concluido un recital en el que se dejo claro que ante el silencio, hay poesía.

No hay comentarios.: