México es un país moderno. Al menos se comporta como un país moderno. México quiere ser un país moderno. México cree que es un país moderno. La modernidad nos acecha.
México tiene todas las cosas necesarias para aparentar ser un país, si no de primer mundo, al menos en vías de serlo. Contamos con un sistema político democrático, somos parte de esta enfermedad contagiosa llamada globalización, hemos abierto nuestras fronteras, contamos con lo más moderno de la tecnología mundial y todos los días podemos deleitarnos con lo mejor de la televisión mundial; entre muchas otras cosas que harían a cualquier país centroamericano enrojecer de pura envidia.
Sin embargo México es un país ilusorio, tanto para el que lo mira desde afuera, como para el que lo vive dentro. Hoy en día podemos decir que México es un país que no va en vías de desarrollo, al contrario, sigue luchando por intentar desarrollarse de alguna manera, la manera es la que todavía no nos queda muy clara. Podemos hablar de los múltiples obstáculos que nuestro país ha logrado saltar, de los grandes avances que hemos alcanzado en rubros como atención médica, tecnología, educación; pero la realidad es que en ninguno de esos rubros se ha hecho lo que se tiene que hacer, hoy en día la seguridad social está en riesgo con los problemas financieros del IMSS y el ISSTE, la educación sigue demostrando estar por debajo del nivel estándar mundial y en tecnología, simplemente no creamos nada, todo lo importamos y lo poco que hacemos mejor lo exportamos para no tener que invertir el dinero necesario para su desarrollo.
México es un país sin rumbo, y esa es una verdad muy dolorosa. Si se tiene un gobierno que quiere ir en una dirección y una población que piensa ir en otra muy distinta, se tiene que reconocer la falta de rumbo. Hoy nuestro gobierno intenta convencernos de que el camino conservador y globalizado es la respuesta a todos nuestros males, llevan 10 años intentando convencernos de lo mismo y cada vez que se miran los resultados, es mucho más difícil defenderlos. Fobaproa, ¿alguien ha olvidado ese pequeño detalle? CAPUFE ¿acaso el rescate carretero no nos va a costar nada? 14 millones de votos por el “caudillo” Andrés Manuel López Obrador (¿habíamos olvidado su nombre?) y su política de popular democracia; todos estos son símbolos de la otra dirección que el pueblo de México considera tomar. Queremos un gobierno que de resultados, inmediatos.
Podemos discutir durante horas, desde las más altas esferas del pensamiento social del siglo XXI, la mejor forma de gobernar nuestro país. Pero no debemos olvidar que esa discusión resultaría estéril para el 70% de la población de nuestro país, el 70% que no está sentado frente a una computadora, periódico o mesa de café, en una universidad privada. Hablamos de ese grandísimo porcentaje de gente que en nuestro país no tiene posibilidades de salir del estrato social en el que nació, porque se nos ha hecho fácil olvidar a esta gente, dejarlos a un lado para hablar de que México es un país moderno. A dios lo que es de dios y al cesar lo que es del cesar, reza aquel viejo refrán. Andrés Manuel logró el voto de un segmento de la población que cree que el camino es distinto al que se ha tomado durante muchos años en nuestro país, el margen en la elección fue mínimo. Calderón logró el voto de un segmento de la población, valga la rebuznancia, segmentado, entre los que tenían pánico a AMLO y los que realmente creen que el conservadurísmo y la globalización son el camino a seguir. Ahí están los dos México, los que se debaten entre la línea que seguimos y la otra posibilidad. Referirse solo a las virtudes de uno de estos México sería continuar con la ilusión, la ilusión de que somos un país con rumbo y decisión, y no un país que dentro de cinco años podría dar un giro de 180° y dirigirse completamente hacía otra dirección.