7/7/08

Fe de ciegos

Leía en el lugar de René otra reflexión más sobre el infinito tema del escritor, su compromiso y ahora agregamos la vocación. René nos propone este fragmento del Diario de Gombrowicz:

"Ese exceso de libertad es precisamente lo que más ata al escritor. Amenazados por la inmesidad del mundo y el carácter definitivo de sus problemas, se agarran deseperadamente al pasado; se agarran a sí mismos; desean quedarse tal como eran; tienen miedo del más mínimo cambio en sí mismos por temor a que todo se les desmorone; y finalmente se agarran con despero a la única esperanza que les queda, que es la esperanza de recuperar la patria. Pero la recuperación de la patria no puede realizarse sin lucha, y la lucha requiere fuerza; la fuerza colectiva, sin embargo, sólo puede crearse mediante la resignación del propio yo. Para crearla el escritor tiene que imponerse a sí mismo y a sus compatriotas una fe ciega y muchas más cegueras, mientras que el lujo del pensamiento libre y desinteresado se convierte en el más grave de los pecados. De modo que no sabe ser escritor sin patria, pero, para recuperar la patria tiene que dejar de ser escritor, escritor en serio."

Y después propone también que el compromiso del escritor con cualquier cosa que no sea escribir implica la ceguera que menciona Gombrowicz, sería interesante ponernos a pensar si es cierto que el escritor como tal, es la absorsión completa del ser humano que interpreta la profesión. Por una parte estoy de acuerdo en que el hecho de escribir requiere de quien lo ejecuta el tiempo libre, el tiempo ocioso y hasta el muy necesario tiempo laboral, pero por otra parte no sé si sea cierta esta idea de que el escritor es y no se hace. Propongamos entonces otra perspectiva a la discusión y digamos que todo acto de escritura es la única ceguera de la que puede cojear el escritor, una ceguera nacida desde su más intransigente egoísmo y que se propaga por todos sus lectores (futuros y pasados). Supongo que entonces todo lo que haga el escritor que no sea escribir, sería renunciar al acto de fe que lleva consigo la literatura, pues para convencerse todos los días de que vale la pena escribir hay que ser más Borges que García Marquez.

1 comentario:

Israel G. Araujo dijo...

Es el mismo Borges quien decia que -cito- "Que otros se jacten de los libros que han escrito, yo lo hago, de los que he leido"