26/6/08

Plontificación

Por encima de todo, es el tiempo lo único que nos exime de nuestro concepto de humanidad. Cada uno de los fragmentos que nos identifican como personas, se ven sometidos a las inclemencias del pasar del tiempo. Esta sensación de movimiento es lo que nos permite, sin embargo, sentirnos partes de un todo, tan absoluto o particular como la vida de cada uno es, dentro del concepto que se pueda malograr al intentar comprendernos desde la perspectiva inexistente del yo en el espejo. El ser humano cede constantemente frente a la tentación de suprimirnos como elementos naturales del entorno y colocarnos en una posición ingrávida de altivez, esta posición es la que nos hace constantemente romper con la propia naturalez que nos indica, de forma particular, nuestro accionar. Como seres vivos somos corruptores y manipuladores de nuestro entorno, como seres particulares somos obsesivos con deslices sociales como son la soledad y la tristeza. Frente al desarrollo indeleble de nuestra propia historia, nos hemos comprometido con una serie de ideas contusas y obsoletas que nos convierten en una paradoja de lo que la humanidad debería significar, sin olvidar que intentamos aproximarnos a ella desde lo personal, dejando a un lado la obsesión global que nos incita a dejarnos de lado para dar paso al gran concepto de sociedad.


El ser humano es reflexivo, ante todo y frente a toda posibilidad que se le presente debe ser reflexivo, siempre teniendo como punto de referencia su propio egoísmo y necesidad. Resulta un poco cómico encontrarnos día con día con la obsesión natural de la supresión, el intentar constantemente evitar la reflexión como inicio del hombre para dar paso al bien común como fin único. Cambiar el principio por el fin convoca al hombre al sofisma inusitado que nos presenta, ante nosotros mismos, como eslabones naturales de una especie comunal, donde cada uno debe poner su bien particular al servicio de los demás. Sin embargo, podemos observar el fracaso de la teoría del bien común cada vez que el bien individual se manifiesta como la verdadera naturaleza humana. La filosofía ha atacado constantemente estas diversificaciones del ser humano, siempre desde la altivez antes mencionada, casi ningún filosofo importante se ha atrevido a la posibilidad del abandono, al significado que tiene el acto único de pensar frente a la posiblidad, francamente estúpida, de la generalización.


Por esta razón debemos replantearnos el individualismo como una circunstancia relativa, atada firmemente a la variabilidad del pensamiento y acto humano. Decidir dar este paso puede abrir distintas puertas para la reflexión humana, que tanta falta nos hace, y acabar finalmente con los movimientos sigilosos con los que la contención se enfrente a la total apertura humana. Es pertinente mencionar que abarcar un tema como el individualismo en un reflexión es en sí un sofisma, el individualismo no puede ser replanteado ni concretado por ningún silogismo intelectual o social, pues sería ese mismo silogismo el que acabaría con la validez que tiene el acto de ser uno por si mismo. Lejos de las similitudes, anclas obsesivas del psicólogo, tenemos frente a nosotros la posibilidad de reencontrarnos con el pensamiento unitario, objeto del que hemos huído despavoridamente desde la aparición de los medios masivos de comunicación. En este punto preciso, debemos reconocer actualmente que la comunicación se ha concluído a si misma dentro del campo positivista que significa comunicarse, dejando de lado la funcionalidad del acto mismo para dar paso a la sobrevaloración de la información por encima del sentido.


En esta sobrevaloración radica el ocaso inminente del uno, aunque paradójicamente nos presenta la oportunidad más clara para un rescate, pues al enfrentarnos constantemente con la saturación global, podemos encontar un espacio solitario enre la muchedumbre para preguntarnos ¿qué somos ahora, de lo que fuimos? Es en la pregunta misma donde está la validéz de la respuesta. Obsesionarnos con la posiblidad de no reconocernos en la respuesta del otro debe ser la fortaleza que indique que nuestras pesquisas internas son satisfactorias, alejándonos constantemente de la explicación total que nos ofrece el estudio de la psique y otros artefactos oxidados. El uno debe mantenerse por si mismo a flote frente a las infinitas posibilidades de subyugarnos ante el todo, donde encontraremos respuestas menos conflictivas pero también menos importantes. El arte actual también ha sucumbido ante la seductora idea del todo, el cosmopolita se ha levantado entre nosotros como el ciudadano ejemplar de una ciudad muda y estúpida, dejando a un lado al reflexivo solitario que desdeña la explicación que tiene a la mano para internarse en la búsqueda tortuosa de la verdad, tan verdad como pueda ser el encontrarse con uno mismo, hacía adentro y nunca más hacía el espejo.


Poniendo frente a frente al derrotado con el cosmopolita, podemos encontar en sus distintas vertientes, la riqueza infinita que nos presenta el arte como espada filosa que rebana el pesado aire con el que se satura la información actual. La división de la información solo representaría, en sí misma, el acto individual que se ha corrompido para dar paso a la manifestación global que necesitan aquellos que han negado la reflexión para dar lugar al complejo, entendiendo el complejo como la única manifestación genuina que presenta el espíritu ante la humanización global a la que nos vemos expuestos a cada paso que damos. El mundo moderno no busca revocar la soledad y la tristeza, busca convencernos de su inexistencia, de su liviandad y fragilidad, donde el hombre deja de pensar para comenzar con un aprendizaje que lo único que busca presentar es el no ser humano.

25/6/08

Un momento brutal

La poesía


Para escribir poemas,
para ser un poeta de vida apasionada y romántica
cuyos libros están en las manos de todos
y de quien hacen libros y publican retratos los periódicos,
es necesario decir las cosas que leo,
esas del corazón, de la mujer y del paisaje,
del amor fracasado y de la vida dolorosa,
en versos perfectamente medidos,
sin asonancias en el mismo verso,
con metáforas nuevas y brillantes.

La música del verso embriaga
y si uno sabe referir rotundamente su inspiración
arrancará las lágrimas del auditorio,
le comunicará sus emociones recónditas
y será coronado en certámenes y concursos.

Yo puedo hacer versos perfectos,
medirlos y evitar sus asonancias,
poemas que conmuevan a quien los lea
y que les hagan exclamar: “¡Que niño tan inteligente!”

Yo les diré entonces
que los he escrito desde que tenía once años:
No he de decirles nunca
que no he hecho sino darles la clase que he aprendido
de todos los poetas.

Tendré una habilidad de histrión
para hacerles creer que me conmueve lo que a ellos.
Pero en mi lecho, solo, dulcemente,
sin recuerdos, sin voz,
siento que la poesía no ha salido de mí.

Salvador Novo

24/6/08

Israel

Un soldado israelí aprovecho un momento de gran atención mediática para pegarse un tiro. Los suicidios militares siempre me perturban, me hacen preguntarme hasta que punto somos culpables de los veteranos y activos que siguen una carrera de muerte por proteger algo que ni siquiera entendemos... que ni siquiera tendría que ser protegido. Israel es un estado de muerte, no se necesitan más palabras para decirlo.

21/6/08

Izquierda

Mientras la izquierda en México siga siendo limitada por la agenda de un partido político, la derecha tomará la ventaja natural que tiene toda ideología frente a un aparato institucional.

18/6/08

Célebre

Me encanta Andrés Manuel, ahora que solo es la sombra de un caudillo...

“Si no hay presidente legítimo, pues no habrá presidente de México”

16/6/08

Postura

Como bien saben (algunos, los nuevos no) tengo dos hermosas perras: una boxer albina y una basset hound ladilla. Pues bien, todos los días viene el hombre del periódico a dejar mi ejemplar del Milenio y mi boxer invariablemente comienza un ataque feroz que normalmente deriva en el periódico destruido. Sin embargo, este sábado Cleo (la boxer) tomó una postura radical, no solo madreo el periódico, cuándo terminó sacó el suplemento Laberinto y lo orinó. Extrañamente solo mojó la parte externa de las hojas, justo donde están todas las columnas. Hoy que por fin el suplemento se secó y perdió el olor me puse a leer dichas columnas, debo decir que estoy completamente de acuerdo con Cleo, mi perra parece tener mejor criterio literario que muchos que andan por ahí publicando cuanta pendejada se les ocurre.

13/6/08

Liar Liar

Hace unos tres o cuatro años, el tiempo se me rebela cuándo intento recrearlo, yo tenía unos amigos. Buenos amigos, sin duda, listos, cabrones y con tendencias suicidas, no se puede pedir nada más. Estos amigos eran mentirosos, todos eramos mentirosos, pero al menos procurábamos ser buenos mentirosos y mentir por razones que entonces nos parecían trascendentales. En el fondo eramos pendejos y extraordinarios, lo que todo joven debe ser cuándo la vida aún es un cuchillito de palo picándonos la cola y no un puto tren a toda velocidad. El tiempo ha pasado, el tren también, y ahora me doy cuenta que mis amigos y yo seguimos siendo mentirosos, pero ya no somos ni pendejos ni extraordinarios, triste, pero cierto. El asunto es que esos amigos y yo dejamos de vernos, por razones ordinarias y vulgares que permitimos tomar el matiz de cosas importantes y trascendentales, por esa razón nos mentimos, nos seguimos mintiendo y probablemente aún en nuestra tumbas tendremos problemas para diferenciar la verdad, lo que realmente nos pasó. Pero el tiempo si ha pasado, de eso no queda duda, hoy observo las malas mentiras que nos damos en lugar de buenas razones, los ratos intrascendentes donde nos permitimos ocurrir y donde claramente aún hay vestigios de quiénes fuimos; pero quizá ya no sea suficiente, porque empezamos a mentirnos porque si, porque ya no hay otra forma de decirnos las cosas, porque hemos olvidado lo que realmente pasó y nos da demasiada pena preguntarnos. Aunque si nos preguntamos, seguramente empezaríamos otra vez a mentirnos en lugar de darnos cuenta que no son cosas importantes, no tan importantes como un café a las dos de la mañana solo para hablar de películas, libros y juegos, cosas que nos permiten habitar por un instante los cuerpos de esos que fuimos y que decidimos dejar de ser. Llevo diciendo demasiado tiempo que me gustaría que las cosas fueran como solían ser, miento, realmente no quiero que las cosas sean como son y ya.

12/6/08

Ahora

Si ya no somos simpáticos, ni inteligentes, ni cuerdos, ni locos; si ya no tenemos sentido, ni noción del tiempo, ni vergüenza, ni ganas de follar; si google lo sabe todo, el que gane da igual, en el fútbol no hay goles, las drogas ahora si matan, los libros se extinguen y los blogs nos aburren. Si todo esto que pasa de verdad fuera tan importante, ¿qué nos preocupa? No seremos nosotros los que van a descubrirlo.

10/6/08

¿Y la polémica, apa?

Ahora resulta que ya no hay polémica, pero tenemos debate. Benditos y agraciados sean los pusilánimes que siempre están prestos a regalarnos etiquetas, formas y precisiones. Si no fuera por ellos seguramente estaríamos hundidos en el culo de la retórica tratando de encontrar nuestras propias narices. Raudos y veloces, los "escritores" se lanzan a definirse a unos a otros, resulta ridículo, pero por desgracia actualmente somos testigos de este tipo de disparates ególatras que solo sirven para llamar ególatras a otros que quizá lo son menos, pero como mi blog es más leído se chingan y tan tan. Hablamos siempre de la literatura como algo inmaculado, resulta interesante deslindar al escritor de sus atributos gremiales elementales, como son los del albañil, el maestro o la secretaria; supongo que es fácil porque en este país ser escritor es ser intelectual, y ser intelectual se parece mucho a ser un metiche que tiene la obligación de opinar a diestra y siniestra de cuánto patito se atraviesa la calle y muere apachurrado por un inconsciente conductor borracho. No, simple y llanamente NO, el escritor no tiene una estela por encima de su cabeza que le sirva de pararrayos, no tiene la obligación de opinar, de verse conmovido por lo que ocurre a su alrededor, es ridículo exigirle a un escritor analizarse desde si mismo y después atraerse dramáticamente hasta aquello que la gente llama realidad. Me preocupa que hablemos de la responsabilidad social y política del escritor, porque para pronto esto solo nos sirve para seguir forjando ideas míticas, un poco lechosas de lo que la gente es por la simple noción de hacer lo que hace. Entiendo que Juan Goytisolo se frunza ante la literatura de Carlos Ruiz Zafón, comprendo la enemistad natural entre Xavier Velasco y el "mundillo literario", pero ante estas tres posturas me parece muy extraño encontrarme con tanta gente que espera que el escritor, por el simple hecho de tener un teclado, se convierta en un lider de opinión.

Algunos hablan del temor a la confrontación, la famosa pacificación del escritor mexicano, su impasividad ante todo lo que ocurre y ante el desmadre que arman los políticos a su alrededor; pero en realidad estamos hablando de que el escritor mexicano por fin está tomando su lugar, ha dejado de opinar y ha comenzado a escribir (la calidad de lo escrito es materia de otra polémica) desde su propia ficción. No debemos olvidar la intromisión constante del intelectual mexicano por el amplio panorama de la política nacional, el escritor no está obligado a la polémica, no debería ser parte de ninguna polémica, si no es de manera accidental. Es extraño que comencemos a creer que es tiempo de revoluciones culturales, intelectuales, retóricas; me parece aún más sospechoso que nos centremos en la posible disputa sobre este libro o el otro, cuándo lo que deberíamos considerar es que realmente no hay disputa posible. Los nichos de poder siguen perfectamente controlados por la "vanguardia" y siguen siendo atacados por la "defensa" esto no ha cambiado, si Octavio Paz falleció queda claro que su sistema de control sigue vigente, porque como escritores y personas pensantes nos conviene mantenernos dentro del sistema. Si, la resistencia también es parte de un sistema.

Quisiera encontrar motivaciones ingenuas frente a esta famosa polémica, pero por mucho que leo a los participantes me temo que la encuentro adelgazada, casi moribunda. ¿Qué debe hacer el escritor? No sé si esta pregunta tiene algún sentido, obviamente el escritor debe escribir y debe escribir lo que a él le parezca digno de ser escrito, por encima de polémicas, rastros, dobles discursos y beneficios institucionales que puedan hacer su vida más fácil. Polemizar sobre el compromiso, obligación o comportamiento del escritor es ociosidad, es ridículo, es una manera más de reforzar los cimientos de la "vanguardia", del "mundillo literario" que tanto parece apestarnos y herirnos. La exigencia de compromiso social debe ser presentada a la persona, no al escritor, porque si no somos capaces de exigir compromiso a los políticos (que reciben un salario de nuestra parte para tener dicho compromiso) ¿por qué hemos de voltear hacía nuestra materia cultural? ¿Acaso no tuvimos suficientes opiniones intelectuales durante los 70's y 80's? Quizá sea tiempo de comenzar a desmitificar al escritor y comprender, de una vez por todas, que el gremio en sí no es muy diferente de los albañiles, maestros o secretarias, ni siquiera en la manera de festejar.

Referencias:

Ira

Andrei

Alberto Chimal

Xavier Velasco

René López Villamar