El mundo es una gran línea de producción. Todo lo que en algún momento se hizo artesanal e individualmente hoy en día es producido por enormes maquinarias que buscan la eficiencia por encima del toque personal. De hecho, existen algunas máquinas dedicadas exclusivamente a la producción de pequeños defectos en ciertos productos, pues dichos defectos hacen sentir al dueño que posee algo original y único, que lo hace a él mismo original y único en comparación con los demás.
El mundo ha seguido el camino que tenía que seguir, sería muy ilusorio de nuestra parte pensar que todo esto ha sido un recorrido apocalíptico o deshumanizador. Cuándo se encuentra una forma de hacer más y mejor algunas cosas, resulta obvio que será utilizado para llenar los mercados de dichos productos. El arte no es la excepción. Durante finales del siglo pasado, nos vimos invadidos por cientos de “BoyzGroups” prefabricados y producidos en serie. Era la formula de cinco chicos representando cinco distintas etnias o formas de vida que cantaban gracias a la maravilla de la post producción digital. En literatura, tenemos a los autores del millón de libros vendidos, que ayudándose de “negros literarios” consiguen escribir un best seller en semanas y siempre apegados al Marketing Chart elegido por la editorial en turno. La pintura, si bien sigue teniendo un origen personal, se ha visto reproducida en miles de litografías que inundan los bazares y uno que otro supermercado. Así podemos ver que el arte, en sí, tampoco está exento de las nuevas teorías de la oferta y la demanda.
Sin embargo, siempre hay una respuesta para todo movimiento que se da en una menor magnitud pero siempre en sentido contrario. El “Indie” no solo es una forma de hacer música. Hoy en día, miles de personas en el mundo asumen el concepto para convertirlo en un grito en contra de la producción en masa, de la distribución en masa, de las personas que solo son masas. Musicalmente hablando, bandas como “The Smiths” en su momento y más actuales “The Killers” han intentado representar a la industria discográfica como un sistema de distribución, únicamente. Bajo sus propios lemas han iniciado la generación “Indie” desde sus pequeñas cocheras y al salir al mundo y vender millones de copias, se han esforzado en que la idea siga ahí. Para entender el concepto “Indie” tendríamos que ir a la primera enciclopedia “indie” del mundo, Wikipedia. En esta enciclopedia encontramos que Indie es una abreviación del término Independent que se origina como una subcultura a finales del siglo XX.
Así que tenemos nuestra gran respuesta frente al consumo en masas, hoy en día encontramos producciones indie en casi toda rama de la cultura mundial. La capacidad de producir pequeños tiros de libros, de subirlos a la red en forma de e-books o bien de repartirlos por las calles en formato de folleto, han permitido que la literatura indie salga de los cajones de aquellos escritores que nunca pudieron acomodarse en la producción en masa y alcance a sus potenciales lectores. También la llegada de editores digitales de cine, tales como Windows Movie Maker, Avid Xpress Pro o iMovie, han permitido que la gente que tiene una cámara digital y una buena idea pueda proponer un producto cinematográfico al público. Ese público que visita todos los días lugares como Youtube buscando algo distinto a lo que observan en las salas de cine mundiales.
El Indie no es una panacea, no es ni siquiera una idea original. Sin embargo, es una oportunidad para todos aquellos que no quieren subirse a la carretera artística de encontrar una manera de llegar a los mismos lugares, a los espectadores. Tenemos que reconocer que la fuerza independiente en el mundo es una manera de decirle no a la globalización, pero también hemos de considerar que la forma en la que el Indie se esparce por los espacios del mundo, es por los caminos abiertos por dicha globalización o acoplamiento en masas.
Pero bueno, hablar del Indie no es idealizar o exigir del mundo una visión más humana para con el resto de nosotros, solo es señalar, para aquellos que lo busquen, que dentro de la oscuridad que parece envolvernos con este inicio de siglo, todavía podemos decir algo y ser escuchados. Ahora es tiempo de ponernos a pensar que podemos decir y si nosotros tendremos la paciencia de escuchar a los demás.