No hicimos revoluciones porque no encontramos las razones correctas a tiempo, más bien nos fuimos haciendo más pensativos y menos reactivos. Los destinos se hilan fino (como calzones de seda) y los desvíos se hilan grueso. (como los mecates) Si he de hablar de mis amigos, diré que nos hicimos nudos. Fuimos algunos y otras veces muchos, anunciabamos nuestra llegada con disparos al aire y bombas de pomos; nunca fuimos bien recibidos, y cuando lo eramos simplemente no ibamos. Nos gustaban los caminos sinuosos, por no decir que las sinuosidades en el camino, compartimos leches, espadas, dados, tragos y muchos muchos cigarros. Mis amigos son animales raros, se desviven por desacomodarse la vida y reacomodarse los huevos; mis amigas se cuecen a parte, esas eran menos yo pero al mismo tiempo más que yo, si bien o no me explico. Los perdurables hicieron eco hasta el día de hoy, los efímeros siguien provocando preguntas de añoranza a media borrachera. Los traidores se disolvieron con el tiempo, algunos nos cambiaron por dinero, otros por mujeres y uno más por un auto último modelo. Yo no hablo mucho de ese tema, quizá de uno o dos, pero siempre que la noche me alcanza me miro al espejo y los veo a todos acomodados para una foto que nunca tomamos. Los nudos sirven para amarrar barcos, aunque el navío ya partió.
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