ESTADO DE GRACIA
COMO el rugir enloquecido
con que el avión bufa sobre la pista
hasta alcanzar
la diáfana serenidad del aire,
así hundo mi cetro
en tu húmeda corona
y vislumbro un verde erial
y un cielo demasiado azul
y por fin el mar que es como tú:
hondo, tormentoso,
plácido, inabarcable.
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