Ahora resulta que ya no hay polémica, pero tenemos debate. Benditos y agraciados sean los pusilánimes que siempre están prestos a regalarnos etiquetas, formas y precisiones. Si no fuera por ellos seguramente estaríamos hundidos en el culo de la retórica tratando de encontrar nuestras propias narices. Raudos y veloces, los "escritores" se lanzan a definirse a unos a otros, resulta ridículo, pero por desgracia actualmente somos testigos de este tipo de disparates ególatras que solo sirven para llamar ególatras a otros que quizá lo son menos, pero como mi blog es más leído se chingan y tan tan. Hablamos siempre de la literatura como algo inmaculado, resulta interesante deslindar al escritor de sus atributos gremiales elementales, como son los del albañil, el maestro o la secretaria; supongo que es fácil porque en este país ser escritor es ser intelectual, y ser intelectual se parece mucho a ser un metiche que tiene la obligación de opinar a diestra y siniestra de cuánto patito se atraviesa la calle y muere apachurrado por un inconsciente conductor borracho. No, simple y llanamente NO, el escritor no tiene una estela por encima de su cabeza que le sirva de pararrayos, no tiene la obligación de opinar, de verse conmovido por lo que ocurre a su alrededor, es ridículo exigirle a un escritor analizarse desde si mismo y después atraerse dramáticamente hasta aquello que la gente llama realidad. Me preocupa que hablemos de la responsabilidad social y política del escritor, porque para pronto esto solo nos sirve para seguir forjando ideas míticas, un poco lechosas de lo que la gente es por la simple noción de hacer lo que hace. Entiendo que Juan Goytisolo se frunza ante la literatura de Carlos Ruiz Zafón, comprendo la enemistad natural entre Xavier Velasco y el "mundillo literario", pero ante estas tres posturas me parece muy extraño encontrarme con tanta gente que espera que el escritor, por el simple hecho de tener un teclado, se convierta en un lider de opinión.
Algunos hablan del temor a la confrontación, la famosa pacificación del escritor mexicano, su impasividad ante todo lo que ocurre y ante el desmadre que arman los políticos a su alrededor; pero en realidad estamos hablando de que el escritor mexicano por fin está tomando su lugar, ha dejado de opinar y ha comenzado a escribir (la calidad de lo escrito es materia de otra polémica) desde su propia ficción. No debemos olvidar la intromisión constante del intelectual mexicano por el amplio panorama de la política nacional, el escritor no está obligado a la polémica, no debería ser parte de ninguna polémica, si no es de manera accidental. Es extraño que comencemos a creer que es tiempo de revoluciones culturales, intelectuales, retóricas; me parece aún más sospechoso que nos centremos en la posible disputa sobre este libro o el otro, cuándo lo que deberíamos considerar es que realmente no hay disputa posible. Los nichos de poder siguen perfectamente controlados por la "vanguardia" y siguen siendo atacados por la "defensa" esto no ha cambiado, si Octavio Paz falleció queda claro que su sistema de control sigue vigente, porque como escritores y personas pensantes nos conviene mantenernos dentro del sistema. Si, la resistencia también es parte de un sistema.
Quisiera encontrar motivaciones ingenuas frente a esta famosa polémica, pero por mucho que leo a los participantes me temo que la encuentro adelgazada, casi moribunda. ¿Qué debe hacer el escritor? No sé si esta pregunta tiene algún sentido, obviamente el escritor debe escribir y debe escribir lo que a él le parezca digno de ser escrito, por encima de polémicas, rastros, dobles discursos y beneficios institucionales que puedan hacer su vida más fácil. Polemizar sobre el compromiso, obligación o comportamiento del escritor es ociosidad, es ridículo, es una manera más de reforzar los cimientos de la "vanguardia", del "mundillo literario" que tanto parece apestarnos y herirnos. La exigencia de compromiso social debe ser presentada a la persona, no al escritor, porque si no somos capaces de exigir compromiso a los políticos (que reciben un salario de nuestra parte para tener dicho compromiso) ¿por qué hemos de voltear hacía nuestra materia cultural? ¿Acaso no tuvimos suficientes opiniones intelectuales durante los 70's y 80's? Quizá sea tiempo de comenzar a desmitificar al escritor y comprender, de una vez por todas, que el gremio en sí no es muy diferente de los albañiles, maestros o secretarias, ni siquiera en la manera de festejar.
Referencias:
Ira
Andrei
Alberto Chimal
Xavier Velasco
René López Villamar
1 comentario:
Hola, Manuel... Un saludo. Escribiré algo sobre este asunto (aparte de la nota con enlaces a la tú enlazaste) pero será en un blog de repuesto, porque el mío se descompuso. De paso te invito: albertochimal.wordpress.com.
Suerte y hasta luego.
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